EUROPA PRESS

7 abril 2015

 

Beneficios de la estimulación cognitiva y motora en pacientes de Alzheimer

 

La estimulación cognitiva y motora a largo plazo ayuda a mejorar las actividades diarias de los pacientes con Alzheimer como, por ejemplo, ducharse, vestirse o comer, según ha mostrado un estudio realizado por expertos españoles y estadounidenses y que ha sido publicada en el 'Journal of Alzheimer's Disease'.

 

Alzheimer

De hecho, estudios anteriores que comparaban a pacientes con Alzheimer haciendo vida normal con otros sometidos a programas de estimulación cognitiva, mostraron una ligera mejora en las funciones cognitivas y en el rendimiento a la hora de realizar actividades como vestirse o lavarse.

 

No obstante, estas investigaciones sólo analizaron periodos de tiempo muy cortos y, por tanto, no comprobaron cuál era el efecto a largo plazo de la realización de estas actividades. Por este motivo, en el nuevo trabajo, los científicos, coordinados por la Fundación Maria Wolff, han comparado durante tres años a dos grupos de 40 personas con Alzheimer cada uno.

 

El primero tuvo que acudir a un tratamiento de estimulación cognitiva y motora integral, denominado 'Animus', que duraba tres horas y media, dos veces en semana, ofrecido en los centros de Maria Wolff de Madrid. El otro realizaba una vida y un tratamiento normal.

 

Así, al cabo de un año los del primer grupo estaban cognitivamente algo mejor, eran más independientes a la hora de realizar las actividades cotidianas, tenían un mejor estado de ánimo y tomaban menos fármacos psicotrópicos.

 

Mejoras en el lenguaje, pensamiento y orientación

Además, los científicos descubrieron que en el grupo que recibió un tratamiento de estimulación integral las mejoras en el lenguaje, la comprensión, el dibujo, pensamiento y orientación se mantuvieron durante un año; mientras que las de las actividades instrumentales, como manejar dinero o prepararse una comida equilibrada, se mantuvieron durante dos años; y las de actividades más básicas como ducharse, vestirse o comer hasta tres años.

 

"Es como si los circuitos cerebrales madurados y programados en la infancia (como comer o asearse) respondiesen por más tiempo al tratamiento, que aquellos que fueron adquiridos en la adolescencia (hacer comida o la comprensión intelectual). Esta jerarquía a la respuesta terapéutica en función al orden de adquisición de las funciones en el desarrollo normal del ser humano, marca un claro camino en cómo tratar mejor a las personas con Alzheimer. También nos da una dirección de cómo han de ser diseñadas nuevas terapias no farmacológicas más eficaces", ha comentado el director de Investigación de Maria Wolff, Ruben Muñiz.

 

En este sentido, el doctor del New York University Langone Medical Center y miembro del comité científico de la fundación, Barry Reisberg, ha recordado que las funciones cerebrales adquiridas al inicio de la vida resisten por más tiempo el proceso neurodegenerativo que aquellas funciones adquiridas más tarde, como en la adolescencia o adultez.

 

Finalmente, los codirectores Muñiz y Javier Olazarán han aseverado que las implicaciones de los resultados son "muy prácticas", dado que permiten mejorar el diseño y la aplicación de las terapias no farmacológicas para estas personas.

 

"Hay que revisar cuidadosamente objetivos, métodos y la adecuación del estudio de la enfermedad en el caso de la estimulación de las funciones cognitivas avanzadas. El tratamiento de funciones de la vida diaria y el bienestar emocional es una asignatura pendiente en el mundo de las terapias no farmacológicas", han zanjado.